lunes, 23 de abril de 2012

Llega.


Te estoy esperando. ¿Por qué no vienes de una vez por todas? ¿Por qué tienes que hacerte de rogar? Lloro por tu ausencia todas las noches, me siento miserable y despreciada. Sueño contigo, me haces reír, te dedico canciones, y ni siquiera te conozco. Pienso en como nos veremos juntos, pienso en todas las formas de hacerte feliz, pero ¿como hacerlo? si no terminas de llegar. Te regalaré un chocolate, te tomaré de la mano mientras manejas, te felicitaré cuando logres algo e incluso puedo prepararte algo rico si quieres, lo prometo. Tan solo ven, deja que te ame. No quiero ser todo lo que te importe, solo quiero un pedacito de ti, eso no es tan difícil ¿verdad? Yo solo quiero conocerte y enamorarme de ti. Enviarte mensajes cursis ¿por qué no? Uno de buenas noches, y otro de buenos días. Solo quiero acostarme junto a ti, y escuchar los latidos acompasados de tu corazón. Seremos felices, no te haré daño, lo prometo.

viernes, 17 de febrero de 2012

Amoríos platónicos que se aferran al corazón.

Con un hilo de voz, intento sostener mi cuerpo que se ve flaqueado de tantas emociones juntas. Tú siempre apareciendo cuando menos te espero, arrebatándome la razón por dos segundos… dos segundos en los que me dejo cautivar por tu sonrisa.

¿Sabes? Hay muchas cosas que me encantan de ti, pero lo que más me gusta de ti es que me encantas tú. Eres tan lindo, me provoca robarte tantos besos, dejarte anonadado, pero no puedo… debo retener mis impulsos, es lo único que detesto de ti: que no me perteneces.

Pero yo esperaré y perseveraré, no me rendiré. Te sonreiré siempre, tomaré tu mano, acariciaré tu palma y rascaré tu espalda sabiendo lo mucho que te gusta.

Quisiera decírtelo, ¿sabes? Es muy difícil callarme todo este embrollo en el que me metiste. Pero debo ser paciente.

Mientras, me recostaré en mis sentimientos, fijaré la vista en mis sueños y me escabulliré entre ellos, buscando tu sonrisa y tus ojos brillantes.

Ahora, me acercaré a ti con mi sonrisa más discreta, te saludaré y haré como si tu abrazo no significase más que un gesto cordial.

martes, 7 de febrero de 2012

El fino hilo entre el amor y la nostalgia.


Podría apostarle al destino que puedo vivir sin ti, pero no quiero arriesgarme a perder el dulzor de recordarte.

Tenemos una historia que quedó incompleta. Quizás entre tantos caminos que hemos recorrido, olvidamos finalizarla. ¿Cuándo fue la última vez que nos sonreímos? ¿Noviembre, octubre? ¿Quizás septiembre? No lo sé, cuando uno se enamora, pierde la noción del tiempo.

Recuerdo que antes, cuando todo estaba bien, te contaba todo. Cómo dormí, qué desayuné, sobre mi trabajo, mis estudios, sobre mi vida. Y tú igual. Sabíamos todo del otro, pero… ¿dónde quedó esa linda costumbre?

Darnos la espalda no fue nuestra mejor idea; ese hueco que dejamos en nuestra historia está comiéndose mi alma, siento que cada día pierdo un pedacito de mi esencia. Y siento que a ti te pasa lo mismo, no lo sé, y no puedo afirmarlo con seguridad, pero mi corazón lo siente. Estamos íntimamente unidos, más allá de los besos, de la picardía de nuestras sonrisas, más allá de las lágrimas que nos negamos a mostrarle a la gente. Es un lazo transparente, pero fuerte y hay algo en nuestras vidas que mantiene intacto el último hilo.

Estoy segura de que no te amo. Ya dejé de anhelar tus besos y tu dulzura. Pero… te extraño. No eras solo mi amante, también mi mejor amigo. Veo tus fotografías, esa radiante sonrisa y me siento amarga, sola. ¿Qué pasó con ese optimismo que me invadía sabiendo que seguíamos juntos?

Y no, no te amo, no te necesito, no te anhelo, pero cómo te extraño… Y siento que a ti te sucede lo mismo…

domingo, 29 de enero de 2012

Un beso, un café.

En el momento en el que te conocí, no eras más que un resplandor escondido, sonriendo y buscando un corazón para quedarte.

Siempre noté que íbamos y veníamos por los mismos caminos, pero nunca nos detuvimos a observar quiénes éramos. Hasta que un día, un café lo cambió todo.

¿Cómo llegamos a ese lugar? ¿Por qué estaba contigo? ¿Por qué estabas junto a mí?

– La lluvia es agradable… – admití, en un instante donde la brisa otoñal me abrigaba de los problemas.

– Muy húmeda y fría para mi gusto, prefiero el calor. – decías, para luego tomar un poco de tu cappuccino.

– Dilo de nuevo. – te reté.

– Prefiero el calor. – afirmaste con un marcado tono de prepotencia, recuerdo que provocaste en mí una sonrisa pícara, casi maliciosa. – ¿Qué te resulta tan gracioso? – preguntaste con una mirada retadora.

– Nada. – y no pude evitar soltar una risita de burla.

– Entonces no sonrías. – decías, mientras recargabas tu espalda en el cómodo sofá.

– ¿Quién va a obligarme? – pregunté. Apoyé mis manos en la mesa, levantándome. – ¿Tú? – levanté una ceja, mostrándome escéptica. Sí, esa situación me encantaba.

– Sí. –

– ¿Ah, sí? ¿Y cómo? – sonreíste, y sin verlo venir, tus labios aprisionaron los míos. Me besabas de una forma que jamás había experimentado antes. No era un beso simple, tampoco pasional. Era… cálido, vicioso, era dulce.

– Ahora, termina tu café, se enfriará. A menos que te guste frío también. – decías mientras te sentabas, eso que había en tus ojos era… ¿picardía?

– No, lo tomaré. Por ahora, prefiero el calor. – me senté con rapidez, me sentía tan sumisa en ese momento. Y me gustaba ese sentimiento.

Sabía que el café y tus labios no eran lo único que emanaba calidez en ese instante. Mis mejillas también lo hacían.